miércoles, 1 de mayo de 2019

LEYENDA DE HERVÁS: MARUXA, LA JUDÍA ERRANTE



Hervás es una localidad del Valle de Ambroz que no puedes dejar de visitar. Es un lugar privilegiado en un entorno único entre montañas, con la Sierra de Béjar.



En el siglo XV se estableció en Hervás una importante comunidad judía y la localidad se encontraba entonces dividida en dos barrios, el alto ocupado por cristianos y el bajo, junto al río Ambroz habitado por judíos. Pero tras el decreto de expulsión dictado por los Reyes Católicos en 1492, solo quedaron unas catorce familias de las más de cuarenta que formaron la comunidad hebrea.

Posee Hervás una bonita leyenda de amor.... Maruxa, una judía errante....

Maruxa era una joven judía y muy hermosa de 18 años, y es por ello que tenía pretendientes ya fueran cristianos o de su barrio.

Pero el destino hizo que día a día, un joven cristiano de 19 años, se cruzara en su camino cuando el se dirigía a la parte baja del Hervás, donde tenía sus tierras.

Se produjo un flechazo entre ambos, y siempre que se veían se saludaban con mucho sentimiento entre ambos.






tanto, que tenía una gran cantidad de pretendientes. Su belleza y bondad transcendía los límites del propio barrio bajo para convertirse en el anhelo de muchos jóvenes cristianos.

Poco a poco fueron teniendo encuentros amorosos, siempre ocultando su amor por las diferentes culturas y religiones existentes entre ellos y sus familias. El lugar elegido para estos encuentros era La Fuente Chiquita, en el barrio de abajo, junto al puente que cruza el río Ambroz




Pero cierta noche son descubiertos, y sus aventuras son dadas a conocer a uno de los pretendientes judíos de Maruxa, que se llamaba Dimas, y este a su vez se lo cuenta al padre de ella, que era un rabino con gran influencia en la comunidad judia.
El rabino herido en su orgullo, decide, justamente una noche antes del Sabbat (séptimo día de la semana, día sagrado de la comunidad judía), enviar a Dimas junto a otros dos judíos para acabar con la vida del joven Julián.
Una noche cerrada por la niebla, acuden a la fuente Chiquita, y los sorprenden en pleno furor amoris. Sin mediar palabra los judíos desenvainan sus puñales y Maruxa abraza temerosa a Julián para protegerle con su cuerpo. Pero los sicarios ciegos de rabia apuñalan a ambos una y mil veces, hasta dejar sus cuerpos inmóviles en el suelo rodeados por un charco de sangre, muriendo ambos abrazados junto a la Fuente Chiquita.
Al día siguiente Hervás se despertó conmocionado, los asesinados gozaban de la simpatía de todo el pueblo.
Muchos pensaron que este crimen podría haberse producido por el choque entre dos hostiles comunidades. La justicia no pudo hacer nada, como siempre, nadie sabía ni había visto nada. Y, para colmo, el Sabbat, que comenzaba aquella tarde no permitía en el barrio de abajo la presencia de ninguna persona no judía.

El padre de Julián se limitó a recoger el cuerpo ensangrentado de su hijo para darle cristiana sepultura, en cambio, el rabino Ismael quiso demostrar su integridad religiosa, mandando enterrar los deshonrosos restos de su hija fuera del cementerio judío. La pobre Maruxa fue enterrada en uno de los márgenes del río Ambroz junto a la Fuente Chiquita.
La leyenda se prolonga desde entonces y algunas noches, el espíritu de la joven Maruxa vaga por el río junto a la Fuente Chiquita y sus suspiros y lamentos hielan el alma a todo aquel que la oye.
Se dice que ver el alma en pena de la joven judía presagia malos augurios.
Otra versión habla de que el fue el propio rabino Ismael, el padre de la joven, el que se encargó de asesinar a ambos.

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