caballeros, Don Gutierre de Saavedra y Don Fernan de Perero se enamoraron de una joven , Doña Inés de Aldana que se comentaba que era la más bella de Cáceres. Los jóvenes tuvieron varios enfrentamientos dialécticos, en los cuales ninguno de ellos salía vencedor, por lo que decidieron batirse en duelo.El lugar elegido para la mortal cita fue a los pies de la hornacina del cristo, alumbrada por una vela, por lo que hacía que el lugar tuviese el ambiente apropiado. Los caballeros prepararon sus armas para la nefasta cita y allí se presentaron en una apacible noche. Se prepararon para suelo.....al primer cruce de espadas, la llama de la vela se apagó y quedaron totalmente a oscuras. Ambos jóvenes decidieron parar. Transcurridos unos minutos, se volvió a encender la vela, por lo que decidieron continuar con lo acordado. Otra vez se volvió a apagar. Pensaron que esta vez tendrían que aplazar el encuentro mortal, cuando se volvió a encender la llama. extrañados pensaron que debía de ser por alguna corriente de aire que no llegaba a apagar totalmente la mecha.
Ante su asombro, otra vez volvió la luz, e intentaron bladir sus espadas de nuevo cuando al primer toque del metal ocurrió lo mismo. estupefactos miraron hacia la imagen y vieron como el Cristo los estaba observando. Entendieron que no debían derramar sangre por este hecho.
Decidieron que fuera Doña Inés la que eligiera al futuro marido.
Al ir llegando a la casa de ella, vieron como otro joven descendía por una cuerda desde ventana del aposento de la bella dama. Fue cuando se dieron cuenta que el corazón de su amada ya estaba ocupado.
En aquel mismo instante supieron que fue el crucificado les estaba avisando de su no correspondido amor , por lo que juraron que jamás le faltaría luz a el Cristo de la hornacina.
Desde aquel momento, los caballeros decidieron tener siempre alumbrada la imagen, después los descendientes siguieron con esa promesa, primero con velas y después con luz eléctrica
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